Supraconciencia. Foto: EnfoqueNoticias.es

La conciencia, tal como la conocemos, ha sido objeto de estudio durante siglos. Desde la filosofía griega hasta las neurociencias modernas, hemos intentado descifrar los misterios de cómo nuestra mente procesa el mundo que nos rodea y cómo emerge esa sensación interna de «yo». Sin embargo, en las últimas décadas, ha comenzado a surgir un concepto que va más allá de la conciencia tradicional: la supraconciencia.

¿Qué es la supraconciencia?

El término «supraconciencia» se refiere a un estado superior de conciencia, un nivel elevado de percepción y entendimiento que trasciende los límites habituales de la mente humana. A diferencia de la conciencia ordinaria, que está limitada por el tiempo, el espacio y las restricciones físicas del cerebro, la supraconciencia propone una conexión más profunda y holística con el universo. Es un estado que algunos describen como la verdadera comprensión de la interconexión de todas las cosas, un «yo» ampliado que ya no está confinado a la experiencia individual.

Este concepto, que parece sacado de las páginas de la ciencia ficción o las filosofías orientales, ha captado la atención de los científicos. Algunos sugieren que podría estar relacionado con áreas aún inexploradas del cerebro, mientras que otros ven la supraconciencia como un fenómeno espiritual que supera lo material. En cualquier caso, está claro que este concepto desafía las nociones convencionales de lo que significa ser consciente.

Supraconciencia y ciencia

Aunque todavía hay escepticismo en torno a la supraconciencia, investigadores y científicos de diversas disciplinas han comenzado a estudiarla. Desde el ámbito de la neurociencia, algunos proponen que la supraconciencia podría ser el resultado de una actividad cerebral avanzada en áreas como el córtex prefrontal y la red neuronal por defecto, regiones que están relacionadas con la introspección, el procesamiento del «yo» y la toma de decisiones complejas.

Los experimentos con estados alterados de conciencia, ya sea a través de la meditación profunda, prácticas de mindfulness o incluso el uso de ciertas sustancias psicodélicas, han mostrado pistas sobre lo que podría ser un atisbo de este nivel superior de percepción. Los sujetos que experimentan estos estados a menudo reportan una sensación de unidad, un sentido de propósito profundo y una percepción ampliada del tiempo y el espacio, lo que podría ser un reflejo de lo que algunos describen como supraconciencia.

En un estudio publicado por la revista Frontiers in Neuroscience, se sugiere que los estados alterados de conciencia podrían estar ligados a la desactivación de las redes neuronales que normalmente inhiben ciertas percepciones. En pocas palabras, cuando el cerebro deja de restringirnos, podríamos tener la capacidad de acceder a un nivel más profundo de percepción y entendimiento.

Filosofía y espiritualidad

La supraconciencia no es un concepto totalmente nuevo. A lo largo de la historia, diversas tradiciones espirituales han hablado de la posibilidad de alcanzar estados superiores de entendimiento. En el hinduismo, el budismo y otras religiones orientales, se han descrito estados de iluminación o «nirvana», donde el individuo se funde con el todo, perdiendo la percepción del yo individual y accediendo a una verdad más universal.

En la filosofía occidental, figuras como Friedrich Nietzsche y Carl Jung también abordaron ideas que podrían considerarse precursoras de la supraconciencia. Jung, por ejemplo, hablaba de un «inconsciente colectivo», una suerte de mente compartida que contiene los arquetipos universales y las experiencias comunes a toda la humanidad. Este concepto tiene resonancias claras con la idea de una conciencia ampliada que va más allá de la individualidad.

Sin embargo, la supraconciencia no está limitada a la espiritualidad. El filósofo y matemático francés Henri Bergson introdujo la idea de que la conciencia no es un mero subproducto de la actividad cerebral, sino que está conectada a una realidad más amplia. Según Bergson, el cerebro actúa como un filtro, limitando nuestra percepción de una realidad más grande y compleja. La supraconciencia, en esta interpretación, sería el acceso sin restricciones a esa realidad mayor.

Tecnología y el futuro de la mente

La noción de supraconciencia también está capturando la atención de los tecnólogos y futuristas. A medida que avanzamos en el campo de la inteligencia artificial y las interfaces cerebro-computadora, algunos sugieren que podríamos estar en camino de expandir nuestras capacidades cognitivas más allá de lo que el cerebro humano es capaz de lograr de manera natural.

Ray Kurzweil, conocido por sus predicciones sobre el futuro de la tecnología, ha propuesto que en unas pocas décadas podríamos alcanzar lo que llama «singularidad tecnológica». En este escenario, la fusión de la inteligencia humana con la inteligencia artificial permitiría a los seres humanos alcanzar niveles de comprensión y percepción radicalmente superiores, algo que bien podría interpretarse como una forma de supraconciencia.

A pesar de que estas ideas aún parecen lejanas, los avances recientes en neurotecnología ya están haciendo posible la conexión directa entre el cerebro y las máquinas. En 2021, Neuralink, la empresa de Elon Musk, demostró cómo un mono podía controlar una computadora con su cerebro, una hazaña que, aunque rudimentaria, señala el camino hacia una posible expansión de la conciencia humana mediante la tecnología.

Supraconciencia en el día a día

Aunque alcanzar la supraconciencia puede parecer algo reservado para un futuro lejano o para unos pocos iluminados, algunos expertos sostienen que podemos entrenar nuestra mente para acercarnos a este estado. Prácticas como la meditación, la atención plena y otras técnicas de autoconciencia podrían ayudarnos a romper las barreras mentales que nos impiden ver la realidad de manera más amplia y profunda.

La supraconciencia, más que una meta inalcanzable, podría ser una parte inherente de lo que significa ser humano, un estado que está ahí esperando a ser descubierto, tanto a través de la ciencia como de la experiencia personal.

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