El preocupante aumento global de los ictus: estilos de vida y envejecimiento entre las principales causas
Diagnóstico a un paciente de ictus Foto: EnfoqueNoticias.es

Los ictus, también conocidos como accidentes cerebrovasculares, representan una de las principales causas de muerte y discapacidad en todo el mundo. En las últimas décadas, el número de personas que sufren un ictus ha aumentado de manera alarmante en varios países, y los expertos han identificado los factores del estilo de vida, como la dieta y el sedentarismo, y el envejecimiento de la población como las principales causas de esta tendencia. Comprender el alcance de este fenómeno y tomar medidas preventivas se ha convertido en una prioridad de salud global.

¿Qué es un ictus y por qué es tan peligroso?

Un ictus ocurre cuando se interrumpe el flujo de sangre al cerebro, provocando una falta de oxígeno y nutrientes en las células cerebrales. Esto puede suceder debido a una obstrucción en las arterias que llevan sangre al cerebro (ictus isquémico) o por el estallido de un vaso sanguíneo en el cerebro (ictus hemorrágico). En ambos casos, las células cerebrales comienzan a morir en cuestión de minutos, lo que puede llevar a discapacidades físicas, cognitivas y emocionales severas, e incluso a la muerte.

La gravedad de un ictus depende de la rapidez con la que se reciba tratamiento. En algunos casos, el daño puede revertirse si la atención médica es inmediata, pero, en otros, las secuelas pueden ser permanentes, afectando desde el habla hasta el movimiento.

Cifras alarmantes: el aumento global de los ictus

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año ocurren alrededor de 15 millones de casos de ictus en el mundo, de los cuales 5 millones resultan en fallecimientos y otros 5 millones en discapacidades permanentes. Estudios recientes indican que la incidencia de ictus está en aumento, y algunos factores que contribuyen a ello son el crecimiento de la población, el envejecimiento y los estilos de vida poco saludables, que están cada vez más extendidos.

Países en desarrollo y economías emergentes han mostrado un aumento particularmente alto en los casos de ictus, ya que las dietas altas en grasas saturadas, azúcares y sodio, sumadas a un estilo de vida sedentario, se han vuelto comunes en estas sociedades. En países industrializados, aunque la tasa de mortalidad por ictus ha disminuido debido a los avances médicos, la incidencia sigue siendo alta y representa una carga para los sistemas de salud.

Factores de riesgo: el estilo de vida como principal causa evitable

Entre los factores de riesgo que han contribuido al aumento de los ictus, los relacionados con el estilo de vida son especialmente preocupantes porque muchos de ellos son modificables. Algunos de los factores de riesgo más comunes incluyen:

  • Hipertensión arterial: La presión arterial alta es uno de los principales factores de riesgo de ictus. Esta condición, que afecta a millones de personas en el mundo, debilita las arterias y aumenta el riesgo de formación de coágulos y hemorragias.
  • Dieta poco saludable: Una dieta rica en grasas saturadas, sodio y azúcares aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, obesidad e hipertensión, condiciones que predisponen a sufrir un ictus.
  • Sedentarismo: La falta de actividad física contribuye al desarrollo de factores de riesgo como la obesidad, la diabetes y la hipertensión.
  • Consumo de tabaco y alcohol: Fumar y el consumo excesivo de alcohol aumentan significativamente el riesgo de sufrir un ictus. La nicotina y otros compuestos del tabaco dañan las arterias, mientras que el alcohol contribuye a problemas de presión arterial.
  • Estrés crónico: El estrés prolongado también se asocia con un aumento de la presión arterial y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, que pueden desencadenar un ictus.

El envejecimiento de la población y los riesgos asociados

El envejecimiento de la población es otro factor determinante en el aumento de los ictus a nivel global. A medida que la expectativa de vida se ha incrementado, también ha aumentado la proporción de personas mayores, quienes están en mayor riesgo de sufrir esta afección. Con la edad, las arterias se endurecen y pueden obstruirse más fácilmente, lo que incrementa el riesgo de ictus. Además, las personas mayores son más propensas a tener condiciones de salud que aumentan este riesgo, como la hipertensión, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.

¿Cuáles son las señales de advertencia de un ictus?

La detección temprana de un ictus es crucial para reducir el daño. Existen signos de advertencia comunes que pueden indicar que alguien está sufriendo un ictus. Recordar el acrónimo FAST (en inglés) puede ayudar a identificar estos síntomas:

  • Face (cara): La persona puede tener la cara caída en un lado o problemas para sonreír.
  • Arms (brazos): Es posible que no pueda levantar ambos brazos al mismo nivel.
  • Speech (habla): El habla puede ser confusa o no entendible.
  • Time (tiempo): Es fundamental actuar rápidamente y buscar atención médica de inmediato.

Otros síntomas pueden incluir visión borrosa, confusión repentina, dificultad para caminar, pérdida del equilibrio y dolor de cabeza intenso. Actuar rápidamente y llevar a la persona al hospital es fundamental para aumentar las posibilidades de una recuperación sin secuelas graves.

Prevención: una prioridad global

Dado que muchos de los factores de riesgo son evitables, las estrategias de prevención son esenciales para reducir la incidencia de ictus. La prevención de esta condición requiere cambios significativos a nivel individual y colectivo. Algunas recomendaciones de los expertos incluyen:

  • Mantener una presión arterial saludable: Revisar la presión arterial regularmente y, en caso de tener hipertensión, seguir el tratamiento adecuado.
  • Llevar una dieta equilibrada: Reducir el consumo de grasas saturadas, sal y azúcares, y priorizar alimentos ricos en fibra, frutas y vegetales frescos.
  • Hacer ejercicio regularmente: La actividad física, como caminar, correr o nadar, fortalece el sistema cardiovascular y ayuda a mantener el peso corporal.
  • Evitar el tabaco y el consumo excesivo de alcohol: Reducir o eliminar estos hábitos es clave para disminuir el riesgo de ictus y mejorar la salud general.
  • Manejo del estrés: Practicar técnicas de relajación como la meditación, el yoga o la respiración profunda puede ser beneficioso para reducir el estrés y mejorar la salud cardiovascular.

Tratamiento y avances médicos

Si bien los avances en el tratamiento del ictus han ayudado a reducir la mortalidad en algunos países, la recuperación puede llevar tiempo y requerir rehabilitación física y cognitiva. Los tratamientos incluyen la administración de medicamentos anticoagulantes en las primeras horas de un ictus isquémico para disolver los coágulos y procedimientos quirúrgicos en los casos de ictus hemorrágico para controlar el sangrado.

Nuevas investigaciones también están explorando técnicas de regeneración celular y la neuroplasticidad para ayudar a los pacientes a recuperar funciones perdidas. Sin embargo, la mejor estrategia sigue siendo la prevención a través de la adopción de un estilo de vida saludable y la educación sobre los factores de riesgo.

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