El gran negocio de la reproducción asistida: entre el deseo de ser padres y el mercado de la fertilidad
Pareja en consulta de reproducción asistida. Foto: EnfoqueNoticias.es

En la última década, la reproducción asistida ha experimentado un crecimiento exponencial a nivel global. Lo que comenzó como una solución para quienes enfrentaban problemas de fertilidad, se ha convertido en una industria multimillonaria que abarca desde tratamientos hormonales y fertilización in vitro (FIV) hasta la subrogación y la criopreservación de óvulos. En el centro de este fenómeno se encuentran dos aspectos clave: la demanda creciente por parte de las parejas y personas que desean formar una familia, y la expansión de un mercado que, cada vez más, responde a las leyes de la oferta y la demanda.

Este crecimiento, impulsado por avances tecnológicos y médicos, ha sido acompañado de un incremento de clínicas especializadas y la diversificación de servicios. Sin embargo, la pregunta inevitable es: ¿en qué momento un servicio pensado para ayudar a concebir se convirtió en un negocio multimillonario?

La demanda y el auge de las clínicas especializadas

El aumento de la demanda de tratamientos de reproducción asistida es un reflejo de las tendencias sociales y demográficas contemporáneas. Factores como el retraso en la edad de concepción debido a las prioridades laborales, la disminución de la fertilidad en las sociedades desarrolladas y el creciente reconocimiento de derechos reproductivos para individuos solteros y parejas del mismo sexo han sido clave en el auge de estos procedimientos.

Para responder a esta demanda, las clínicas de reproducción asistida han proliferado. Según la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE), cada año se realizan más de dos millones de tratamientos de fertilización in vitro en todo el mundo. La creciente aceptación social y la normalización de estos procedimientos han permitido que cada vez más personas vean la reproducción asistida como una opción viable.

No obstante, detrás de esta expansión subyace un aspecto económico que no puede ignorarse: la reproducción asistida es un negocio lucrativo. En países como Estados Unidos, España y Argentina, existen clínicas privadas que ofrecen servicios altamente especializados, con paquetes de tratamientos que pueden oscilar entre los 5.000 y los 20.000 dólares. Los elevados costos, especialmente en el caso de la FIV, ponen en evidencia que este tratamiento es inaccesible para muchas personas. A pesar de ello, la demanda no parece disminuir.

La fertilización in vitro: ciencia y negocio

Uno de los tratamientos más populares en la reproducción asistida es la fertilización in vitro (FIV). Este procedimiento, que permite la fecundación fuera del cuerpo de la mujer, se ha convertido en la opción predilecta para muchas parejas con problemas de fertilidad. Sin embargo, a pesar de su efectividad, los resultados no están garantizados. El porcentaje de éxito en un primer ciclo de FIV oscila entre el 20 % y el 30 %, lo que significa que, en muchos casos, se requiere más de un ciclo para lograr el embarazo deseado.

Esta realidad abre la puerta a un sistema en el que las clínicas ofrecen múltiples ciclos como parte de su estrategia de negocio. Los pacientes, ansiosos por convertirse en padres, suelen embarcarse en tratamientos repetidos, incrementando significativamente los costos totales. Además, muchas clínicas promueven servicios adicionales, como la congelación de embriones, estudios genéticos preimplantacionales y la criopreservación de óvulos, lo que aumenta aún más las ganancias.

La ciencia detrás de la FIV es incuestionable, pero el modelo de negocio que rodea a este procedimiento genera tensiones éticas. ¿Es ético ofrecer múltiples ciclos sin una garantía real de éxito, o se trata de una explotación del deseo de ser padres?

La subrogación: el límite ético de la reproducción asistida

Otro componente que ha ganado terreno en el negocio de la reproducción asistida es la subrogación, un proceso en el que una mujer gesta el hijo de otra persona o pareja. Aunque la subrogación ha sido legalizada en algunos países, en otros es un terreno legal y éticamente complejo.

La subrogación, especialmente la comercial, ha sido criticada por sus implicaciones éticas y la explotación potencial de las mujeres gestantes. En países donde la subrogación está permitida, como Estados Unidos, las mujeres que se ofrecen para gestar suelen recibir compensaciones económicas significativas, lo que ha generado un mercado internacional en el que parejas de todo el mundo viajan en busca de «vientres de alquiler».

Este tipo de prácticas, aunque legales en ciertos países, genera fuertes debates. Los defensores argumentan que se trata de una forma legítima de ayudar a quienes no pueden concebir por sí mismos, mientras que los detractores ven una mercantilización del cuerpo femenino.

El impacto psicológico y emocional de los tratamientos

Más allá de las implicaciones económicas, los tratamientos de reproducción asistida tienen un impacto psicológico y emocional significativo en quienes los llevan a cabo. Los repetidos intentos fallidos, la presión económica y las expectativas sociales pueden generar altos niveles de ansiedad, estrés y depresión. Aunque muchas clínicas ofrecen apoyo psicológico, este suele ser considerado un servicio accesorio, y no siempre se le da la importancia que merece.

A esto se suma el estigma que, aunque ha disminuido en algunos contextos, sigue presente en muchas sociedades. Para muchas parejas, admitir que necesitan ayuda para concebir puede ser un reto emocional. Esto, sumado a los costos astronómicos y a las incertidumbres inherentes al proceso, hace que el camino hacia la paternidad a través de la reproducción asistida sea arduo y, a menudo, solitario.

Las desigualdades en el acceso

No todas las personas que desean acceder a estos tratamientos pueden permitírselos. La reproducción asistida, tal como está concebida hoy, es un privilegio accesible para quienes pueden costear los altos precios de los tratamientos y los múltiples ciclos necesarios para lograr un embarazo. En muchos países, la cobertura de estos tratamientos por parte de los sistemas de salud pública es limitada o inexistente, lo que genera profundas desigualdades en el acceso.

En el caso de la fertilización in vitro, por ejemplo, algunos países ofrecen subsidios o reembolsos para los primeros ciclos de tratamiento, mientras que en otros, el costo recae completamente sobre los pacientes. Este desequilibrio genera una barrera importante, donde la capacidad económica se convierte en el principal determinante para poder formar una familia mediante reproducción asistida.

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