Autismo en adultos ¿Son todos los diagnósticos adecuados?
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En los últimos años, el autismo ha pasado de ser una condición principalmente identificada en la infancia a ser una posibilidad diagnóstica cada vez más frecuente en adultos. Muchos individuos, a lo largo de sus vidas, han experimentado dificultades en la socialización, en la comunicación o en el manejo de ciertas situaciones sin encontrar una explicación clara para sus particularidades. En este contexto, un creciente número de personas adultas buscan respuestas en un diagnóstico de autismo, alentados por una mayor visibilidad social de la condición, así como por el acceso a recursos de autodiagnóstico y literatura especializada.

Sin embargo, los expertos advierten que en esta búsqueda de respuestas, es común que ciertas características de personalidad se interpreten erróneamente como autismo, cuando en realidad corresponden a diferentes estilos o rasgos que, aunque pueden compartir algunas similitudes, distan de los criterios específicos del trastorno del espectro autista (TEA). A continuación, exploraremos la complejidad del diagnóstico en la edad adulta, los factores que impulsan la búsqueda de un diagnóstico y las posibles consecuencias de los diagnósticos equivocados en la vida de los individuos.

Autismo y Neurodiversidad: una mirada amplia

El autismo es un trastorno neurológico que se caracteriza por desafíos en la comunicación social, patrones de comportamiento repetitivos y, en muchos casos, una manera única de percibir y procesar el mundo. Los rasgos del autismo incluyen desde dificultades para comprender matices sociales y señales no verbales hasta intereses profundos y específicos en ciertos temas. Sin embargo, en la edad adulta, estas características pueden manifestarse de formas tan sutiles que resulta difícil trazar una línea clara entre los rasgos del autismo y ciertos estilos de personalidad.

Neurodiversidad
Neurodiversidad. EnfoqueNoticias.es

La neurodiversidad, término que celebra la variedad de formas en que el cerebro puede procesar la información, ha fomentado una mayor aceptación de que las diferencias individuales en el procesamiento emocional y social no necesariamente implican una condición clínica. Aun así, muchas personas adultas, que sienten que sus particularidades afectan su vida diaria, buscan comprender mejor su manera de ser, y a veces el autismo se presenta como una posibilidad en este camino de autocomprensión.

Diagnóstico tardío: desafíos y dilemas

El diagnóstico de autismo en la edad adulta es, en muchos sentidos, un desafío tanto para los individuos como para los profesionales de la salud mental. En primer lugar, las herramientas diagnósticas y los criterios clínicos, que están diseñados principalmente para evaluar el autismo en la infancia, no siempre son adecuados para captar las sutilezas del autismo en los adultos. Además, la experiencia de vida de cada persona, que incluye su educación, sus relaciones y su carrera profesional, influye en la forma en que las características del autismo se manifiestan en la edad adulta.

El interés en obtener un diagnóstico suele responder a una necesidad de encontrar una explicación para ciertas dificultades o experiencias de vida, como la incomodidad en las interacciones sociales, la preferencia por la rutina o una forma diferente de procesar la información. Sin embargo, en muchos casos, estas características pueden ser parte de un estilo de personalidad único que, aunque comparte algunas similitudes con el autismo, no alcanza los criterios clínicos para un diagnóstico de TEA.

Especialistas en psicología y psiquiatría sostienen que, al evaluar a un adulto, es crucial diferenciar entre el autismo y otras características de la personalidad, como la introversión profunda, el pensamiento analítico o el estilo de comunicación directa, ya que estas características pueden malinterpretarse como signos de autismo cuando en realidad son parte de la diversidad de la personalidad humana.

Cuando el diagnóstico se confunde con la personalidad

Muchos adultos con rasgos intensos de introversión o de pensamiento analítico se identifican en algunos aspectos con descripciones de personas en el espectro autista. Por ejemplo, aquellos que prefieren actividades solitarias, tienen intereses especializados y sienten una gran incomodidad en situaciones sociales tienden a relacionarse con la idea de “pensamiento diferente” que define al autismo. Sin embargo, los expertos advierten que la identificación con algunas características no equivale a un diagnóstico clínico.

En otros casos, algunos adultos buscan en el autismo una respuesta para experiencias de vida que les han generado incomodidad, como el hecho de sentirse diferentes o tener dificultades para comprender normas sociales implícitas. La capacidad de introspección, el análisis profundo y la búsqueda de patrones, que son comunes en muchas personas con personalidades introspectivas, pueden confundirse con características del autismo. Sin embargo, es importante recordar que estos rasgos no definen el autismo en sí y que, si bien pueden coincidir en algunos aspectos, distan de representar una condición neurológica.

La industria del diagnóstico en la edad adulta: luces y sombras

La creciente demanda de diagnósticos de autismo en la adultez ha generado un mercado que incluye evaluaciones psicológicas, programas de autoconocimiento y terapia para adultos en el espectro. En muchos casos, estas evaluaciones ofrecen una respuesta y un sentido de pertenencia a aquellos que, durante mucho tiempo, han sentido que no encajan en las normas sociales convencionales. Sin embargo, también existen preocupaciones sobre el riesgo de diagnósticos apresurados y sobreinterpretación de ciertas características que no cumplen con los criterios de TEA.

Algunos profesionales consideran que el auge de la industria del diagnóstico en adultos puede estar promovido, en parte, por una presión diagnóstica en la que la validación personal y la búsqueda de identidad llevan a buscar respuestas que en realidad corresponden a la diversidad de personalidad y no necesariamente a un trastorno neurológico. En este sentido, el diagnóstico de autismo, al representar una alternativa que proporciona una explicación, puede ser sobrevalorado por personas que buscan encajar en una categoría y, sin embargo, podrían encontrar respuestas más precisas en enfoques terapéuticos que se centren en la aceptación de las diferencias individuales sin etiquetarlas como una condición médica.

Los efectos de un diagnóstico erróneo en la vida de un adulto

Un diagnóstico erróneo de autismo en la edad adulta puede tener consecuencias significativas, tanto a nivel personal como social. Para muchos, recibir un diagnóstico clínico puede dar una sensación de alivio y permitirles comprender mejor sus desafíos. Sin embargo, cuando este diagnóstico no es preciso, puede llevar a una autoidentificación con una condición que no necesariamente representa su forma de ser.

Los efectos de un diagnóstico erróneo pueden incluir una dependencia de intervenciones y terapias que, en última instancia, no responden a las necesidades reales del individuo. Además, el etiquetado innecesario puede generar una limitación en el potencial personal y profesional de un individuo, al predisponerlo a interpretar cada dificultad o cada diferencia como parte de un “trastorno” y no como una parte de su personalidad.

Por otro lado, en el ámbito social, un diagnóstico inadecuado puede llevar a una percepción distorsionada en el entorno familiar o laboral, ya que los demás pueden empezar a tratar a la persona en función de una condición que, en realidad, no define quién es. En este sentido, los expertos en salud mental instan a los adultos a reflexionar y buscar segundas opiniones antes de asumir un diagnóstico de autismo y subrayan la importancia de explorar otros enfoques que consideren la diversidad de la personalidad sin necesariamente atribuirla a un trastorno clínico.

Hacia una visión integral de la diversidad

El autismo en la adultez plantea una serie de preguntas importantes sobre los límites entre la condición neurológica y las variaciones naturales en la personalidad humana. Aunque es positivo que cada vez más personas busquen comprender sus particularidades y encontrar una explicación a sus desafíos, es fundamental que tanto los individuos como los profesionales mantengan una perspectiva crítica y realista.

La diversidad de personalidad es un aspecto inherente de la condición humana, y es esencial aprender a reconocer y aceptar las diferencias sin recurrir a etiquetas diagnósticas innecesarias. La línea entre el autismo y los estilos únicos de personalidad es difusa, y los profesionales recomiendan un enfoque equilibrado, en el que se valore la singularidad del individuo sin apresurarse a etiquetar su forma de ser como parte de un espectro clínico.

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